Proyecto vital

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¿Qué le ocurrirá al mercado laboral cuando la Inteligencia Artificial consiga mejores resultados que los humanos en la mayoría de las tareas cognitivas?1 . Es la interpelación que el conocido profesor Y. N. Harari nos hace en su ensayo “Homo Deus”, en el que siguiendo la estela de su primera obra “Sapiens”, reflexiona de manera disruptiva y abrupta a propósito del papel que los seres humanos debemos plantearnos ante los extraordinarios avances de la tecnología y, en concreto, de la biotecnología y la medicina regenerativa.
La pregunta de Harari adquiere todo su sentido en el contexto de un tiempo en el que los avances científicos y sociales están yendo mucho más rápido de lo que nuestra propia capacidad de asimilación nos permite, obligándonos a dar nuevas respuestas cuando aun no tenemos consolidadas las anteriores.
Estas y otras cuestiones de enorme trascendencia están en el origen y en el centro del propio debate sobre el propósito de la educación, que está atravesando no sólo las escuelas de nuestro estado, sino las reflexiones de la gran mayoría de los países del mundo, de sus sistemas educativos y de los organismos internacionales, como la UNESCO.
La educación universal adquiere todo su sentido en la medida que es capaz de ayudar a la humanidad a comprender que su papel en el mundo tiene que ver con la sostenibilidad, la lucha contra las desigualdades y la paz.
No va a ser la acumulación de conocimientos la respuesta a estos retos. Afirmaba el P. Horacio Arango, jesuita colombiano ya fallecido, que la educación de la Compañía debía trabajar para “graduar a nuestros alumnos en sabiduría antes que en aquello meramente académico2. Y es que no basta solo con la acumulación de conocimientos, sino que se nos plantea “la exigencia ética de transformar aquello con lo que nos vinculamos”, en palabras del mismo P. Arango.
Resulta maravilloso comprobar que el reto de esta educación para la transformación personal y social renueva la estrecha vinculación de la educación jesuita con la propia pedagogía de los Ejercicios Espirituales. El acompañamiento personal, que vincula la formación integral con la búsqueda del plan que Dios reserva para nuestras vidas, es el instrumento clave que nos deja la herencia de los Ejercicios.
Nora B. Kviatkovski rjm3, afirma que San Ignacio perseguía una experiencia de Dios que llevara a las personas a “ordenar sus vidas” y “la historia humana”, “obrando desde el amor, la solidaridad y el servicio”. Y, citando el pensamiento del P. Kolvenbach, nos recuerda que “los conocimientos están puestos al servicio de la humanidad, y el valor de la educación se muestra en cuanto medio eficaz para tales fines: recibir el amor de Dios y con él ordenar, humanizar y divinizar toda la creación”. Y desde este objetivo sentirse integrado en el mundo para favorecer la aparición de contextos para un proyecto vital integral y de corresponsabilidad.
En definitiva, si queremos alumnos transformadores, necesitamos escuelas y educadores igualmente transformadores. Alumnos que lleguen al conocimiento “saliendo de los bordes inmediatos”4 y ejercitando la toma de decisiones.
Para el desarrollo del proyecto vital de nuestros alumnos, y para la optimización del reto de su acompañamiento personal, tenemos una magnífica referencia en la especificidad de los E.E. que, como recientemente ha aportado Xavier Melloni, es una propuesta de camino de unificación de lo humano y lo divino, ejemplificado en Jesús, que los E.E. “hacen a través del discernimiento y del acto de la elección, a la búsqueda y adhesión de la voluntad de Dios sobre la propia vida5.
La educación, y una propuesta de educación católica, ha de ir mucho más allá que la pura acumulación de conocimientos y asistir impotente a la reproducción de las estructuras injustas que tanto dolor producen en el mundo.
El reto de la educación transformadora que buscamos tiene su eje central en el desarrollo del proyecto vital y su instrumento en el acompañamiento. Desde la inspiración enriquecedora de la pedagogía de los Ejercicios Espirituales, podemos pensar que aquella repetida cita de San Ignacio sobre la adaptación a lugares, tiempos y personas es una auténtica y moderna interpelación para la actualización de nuestros proyectos educativos.
Pepe Menéndez
Jesuïtes Educació
1 Harari Y.N. (2015). “Homo Deus”. Barcelona. Debate
2 Aportes de la ponencia del P. Horacio Arango S.J. (Octubre, 2015): “La Formación de la conciencia desde la espiritualidad Ignaciana” en el marco del Encuentro de Colegios Amigos. Medellín: La Enseñanza
3 Kviatkovski, Nora Beatriz, RJM. “Desde la espiritualidad ignaciana, un aporte a las personas conscientes”. SENPEI. Bogotá, 2016.
4 Arango, Ídem.
5 Melloni, Xavier (2017). “Exercicis Espirituals”. Edición de Josep. Ma. Rambla. Barcelona. Fragmenta Editorial. Pp. 343-344. Texto traducción propia del catalán.