Claves ignacianas para liderar discerniendo en común

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Claves ignacianas para liderar discerniendo en común

La ponencia «Sugerencias Ignacianas para Liderar Discerniendo en Común» del jueves 10 de julio nos invitó a una profunda reflexión sobre cómo tomamos decisiones en grupo, haciendo que dejen de ser meros acuerdos para convertirse en verdaderos procesos espirituales. No fue una receta, sino una serie de «adiciones» en el lenguaje de los EE.EE., que podemos entender como principios que enriquecen y orientan este camino colectivo para quienes buscan liderar de una manera más consciente y conectada con el Espíritu. El discernimiento en común es un proceso espiritual y colectivo de toma de decisiones que busca la transformación.

Esta transformación implica un cambio al que debemos estar abiertos. La idea más potente es la apertura a la «posibilidad del cambio». ¿Estamos realmente abiertos a que la realidad no es un hecho consumado, sino un «escenario de transformación» constante?. La espiritualidad ignaciana nos desafía a concebir el discernimiento comunitario no como un análisis formal de la situación o una lista de deseos utópicos, sino como un proceso apoyado en la fe en el que el cambio es verdaderamente posible. Es algo inesperado. No se puede calcular antes. No sabemos dónde nos va a llevar.

Cobrar conciencia de nuestra vocación

Si no partimos de esta convicción esperanzada, nuestras discusiones se limitarían a «meros deseos de cambio y puros análisis de la realidad» sin motor de acción. Nos obliga a preguntarnos: ¿Con cuánta frecuencia nuestras deliberaciones colectivas se estancan en el diagnóstico de lo inmutable, en lugar de abrirse a la chispa de lo nuevo que puede surgir? ¿Qué nos detiene de creer, con una esperanza activa, en el potencial transformador de nuestras comunidades y proyectos?. Es necesario cobrar conciencia de nuestra vocación al tratar de liderar mediante el discernimiento comunitario.

Vinculado intrínsecamente a esta apertura, emerge el concepto del «magis de la compasión». Esta adición nos recuerda que el discernimiento comunitario va mucho más allá de las decisiones «funcionales, más o menos razonables, autorreferenciales y excesivamente basadas en expectativas de éxito». Para que sea auténtico, debe incorporar las «manifestaciones de la necesidad humana y la fractura del mundo», inspirándose en la «continua pro-existencia» de Jesús, es decir, su entrega radical por los demás, motivada por la compasión. Esto nos interpela: si nuestras decisiones colectivas no se dejan tocar por el dolor y las necesidades del mundo, si no buscan el «magis» –el «más» de la compasión– ¿estamos realmente discerniendo o simplemente optimizando nuestros intereses? ¿Cómo aseguramos que la compasión no sea un mero adorno retórico, sino la brújula real que oriente nuestras «expectativas de éxito»?. Se discierne cuando se percibe una necesidad en la comunidad a la que estamos sirviendo. Y es necesario asegurar que todos estamos tocados por esa realidad que vamos a someter a discernimiento comunitario. Y para llevarlo a cabo correctamente debemos estimular el sentido de pertenencia y conectar con lo verdaderamente identitario, con lo que nos evoca la Misión.

Estas dos ideas, la fe en la posibilidad del cambio y el imperativo de la compasión, nos invitan a un examen profundo, tanto personal como comunitario. El liderazgo que discierne en común no es solo una técnica de gestión; es una postura vital que nos pide audacia para creer en la transformación y sensibilidad para actuar desde el corazón. ¿Qué implicaría para nuestras organizaciones, familias o grupos asumir plenamente que nuestras realidades pueden y deben transformarse, y que la compasión es el motor de esa metamorfosis? ¿Estamos dispuestos a que «la batalla» no sea solo «mi batalla» individual, sino que se convierta en una «batalla colectiva» alimentada por una «conversión comunitaria» hacia una misión compartida?. Quizás el verdadero fruto de estas reflexiones no sea una conclusión definitiva, sino la apertura a mantener vivas estas preguntas, permitiendo que moldeen nuestra manera de estar y actuar en el mundo.

Una vez más, la calidez y la profundidad del P. Francisco José Ruiz sj (nuestro querido Paco Pepe) nos sumergió en una apasionante ponencia llena de preguntas que nos obligaron a reflexionar sobre cómo liderar discerniendo en común.

Reflexión redactada por Manuel Fariñas de Alba, Director del Colegio San Ignacio de Loyola (Alcalá de Henares), tras las XXXVI Jornadas educativas Educsi celebradas en la Universidad de Deusto.

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