El mundo necesita humanistas de verdad

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Escribo en medio de mi examen de Latín. Segundo de Bachillerato. Fin de etapa y fin de ciclo. Ahí andan, mientras cuido y escribo, luchando contra el ablativo absoluto o los valores de utY traduciendo una expresión jurídica: Legum omnes servi sumus ut liberi esse possimus. Es decir, todos somos esclavos de las leyes para que podamos ser libres. Cuánto encerrado en qué poco, ¿verdad? La paradoja de obedecer en comunidad para garantizarnos un espacio propio, el respeto al otro entendido como una norma mutua y aparentemente contradictoria según la cual deber y libertad se anudan. ese possimus, tan realista y prudente, que no expresa inexorabilidad, sino que demuestra conocer sabiamente nuestra condición imprevisible. Pero ¿cuánto habrán entendido? ¿Cuánto les he hecho ver? Soy un apasionado de las humanidades, de ese pequeño mundo que hay en cada ser humano. Y creo que nuestros colegios deben reflexionar un poco más que hasta la fecha sobre la utilidad de nuestro Bachillerato Humanístico y de las Ciencias Sociales. ¿Nos resignamos a que sea el rincón de los vagos, el vagón de los mediocres, y que sólo de vez en cuando tengamos, para solaz del docente de turno, una maravillosa lumbrera en clase? ¿Hay alguna manera de ordenar y relacionar unas materias tan aparentemente dispares y dispersas como Economía, Literatura Universal, Latín o Historia del Arte? ¿Cómo devolvemos el prestigio, y la utilidad social, a estos estudios? Voy a soltar un eslogan poco original: el siglo XXI necesita humanistas. Pero no cualquier humanista. Lo necesita consciente, competente, compasivo y comprometido. Para ello, en nuestros colegios tenemos que afrontar una tarea estimulante y titánica: encontrar los conceptos nucleares y comunes a estas materias. Transversalizarlas de verdad. Ver qué tiene en común la ley de la oferta y la demanda, ese principio latino del comienzo, lord Byron y el Romanticismo o las catedrales góticas. Nuestra época –y nuestros estos estudios humanísticos– necesitan síntesis. Porque el análisis, el fragmento, nos lo da Google. Miremos a nuestro mundo. Sobran, a mi juicio, sofistas; y faltan humanistas stricto sensu: personas que desde la abstracción, desde el rigor y el conocimiento de las antiguas letrasdesde la confianza en el ser humano, propongan soluciones integrales, holísticas y, sobre todo, humanasMediante proyectos, aprendizaje colaborativo, construcción común de un conocimiento… La tarea es ardua. El resultado, ayudar a un mundo que necesita humanistas de verdad. 

Pedro Rodríguez Tellería

Egibide

Vitoria