Entreculturas, junto con EDUCSI, y de la mano de Fe y Alegría, promueven y desarrollan cursos de innovación educativa para impulsar la innovación de sus centros. Estos cursos conllevan la creación de proyectos conjuntos entre educadores de diferentes países y el posterior intercambio de estos para su implementación. En mi caso, y dada mi trayectoria dedicada a la formación profesional, estaba centrada en la formación para el empleo de las escuelas de Fe y Alegría de Guatemala.
Este tenía que haber sido el itinerario a seguir para llevar a cabo esta experiencia con Fe y Alegría de Guatemala. Pero debido a la pandemia, esta formación no la pude realizar y se decidió, de todas formas, realizar la visita a centros de Fe y Alegría, con el objetivo de tender puentes que nos puedan permitir en el futuro realizar proyectos conjuntamente.
Como siempre, cuando estas a punto de iniciar una experiencia de este tipo te empiezas a preparar documentándote y haciéndote una idea con antelación de cómo será el lugar y las posibles vivencias que tendrás. Estos pensamientos que te fluyen no tienen en cuenta el factor humano que te encontraras una vez la inicies, y por supuesto este factor es el que lo cambia todo y hace que tu experiencia sea completamente diferente a lo que te puedas imaginar.
Tengo que decir que justamente fue la más grata de las sorpresas, las personas que trabajan por un lado en la sede de Fe y Alegría de la Ciudad de Guatemala y por otro lado los directivos y educadores de las dos escuelas que pude visitar, en los pocos días que estuve en el país. Se podía percibir con claridad la vocación de todos ello, el compromiso con la misión de la Compañía y también el cariño con el que desempeñaban su trabajo.
Pude hacer la visita a dos centros multigrado de Fe y Alegría que hacían formación para el empleo. La primera de las visitas fue al centro de Chiantla, en Huehuetanango, y la segunda a Santa María de Jocotan, en Chiquimula. Ambos centros pertenecientes a zonas rurales del país con contextos similares, pero con realidades distintas.
En estos dos centros se preparaban a las alumnas y los alumnos en diferentes oficios entre los que se encuentran: costura, carpintería, electricidad, cocina, ganadería, agricultura, herrería, informática, … Tuve el placer de poder visitar diferentes grupos y escuchar como las alumnas y los alumnos explicaban con entusiasmo todo lo que habían aprendido durante el tiempo que llevaban en la formación para el empleo, y su deseo sentido de poder hacer de ello su profesión. Sin duda, su orgullo por lo que estaban estudiando se podía intuir.
También pude conversar con educadores/as de los centros, que me explicaban las duras situaciones personales que vivían sus alumnas, alumnos y familiares. Aún puedo recordar al profesor de electricidad que me explicaba, con resignación, como uno de sus alumnos, de apenas 14 años, estaba haciendo esos estudios porqué su padre y hermano estaban en EEUU ejerciendo de electricistas y ese era justo el camino que él quería seguir. Acabar los estudios y emigrar a los Estados Unidos para trabajar con su padre y hermano, en una profesión con necesidad de trabajadores.
En otro momento, el profesor de informática me guio hacia dos alumnos de su curso para que me mostrasen una aplicación que habían realizado, indicándome que eran dos alumnos con gran potencial para poder continuar estudios superiores. Pero, que las situaciones personales que
muchos viven a menudo hacen inviable la continuidad en sus estudios y por tanto que puedan llegar a desarrollar todo el potencial que estos chicos y chicas tienen. Parecen pequeñas anécdotas, que viví entre otras tantas, pero que muestran lo que ya he comentado anteriormente: vocación y compromiso con nuestra misión e institución.
Tuve momentos para conversar y compartir con Karen Avendaño (subdirectora General de Fe y Alegría) y Jacobo Vaides (Coordinador de Educación Formal y Técnica) sobre las diferentes iniciativas que se estaban realizando en los centros profesionales y me llamaron la atención dos de ellas por lo valientes y enraizadas al contexto del país o la región. Por un lado, nos encontramos con los talleres de emprendimiento, y por otro lado con las cooperativas en los centros.
Me explicaron con preocupación la situación a nivel de empleabilidad que había en Guatemala, la gran dificultad que tenía la juventud para encontrar empleo fuera del sector informal (sin contrato laboral). De ahí la gran importancia de trabajar con los jóvenes, en estos talleres de emprendimiento, para fomentar la empleabilidad buscando el valor añadido a su trabajo o producto, incluyendo la creatividad en su profesión de futuro, para que les pueda dar una ventaja competitiva.
La otra iniciativa que encontré también muy interesante fue la creación de cooperativas en sus centros, que por un lado ofrece a los alumnos de estudios profesionales el poder realizar prácticas reales en estas cooperativas y por otro, dotar a los centros de recursos económicos adicionales para poner en marcha proyectos o mejoras en los centros que de otra forma seria imposible. No obstante, no está exenta de dificultades que pueden ir desde el márquetin, la comercialización o hasta la obtención de los recursos para su funcionamiento.
Sin duda que cuando tienes una oportunidad de este tipo, cuando puedes ver otras realidades, tu mirada hacía tu propia realidad cambia por completo, pudiendo ver aquellas bondades que te gustaría incorporar en tu cotidianeidad, al mismo tiempo que tienes la necesidad de mostrar todo aquello que consideras que pueda ayudar. Espero que los puentes se hayan establecido para podernos enriquecer mutuamente en un futuro, tanto del proceso de innovación educativa que estamos llevando a cabo en nuestros centros de los dos países, del trabajo con las/los alumnos/as de los talleres de emprendimiento y de otros muchos proyectos conjuntos que seguro irán surgiendo.
Josep Lluís Zimmermann Serret
Sotsdirector d’FP