¿Innovación? Sí, pero desde nuestra fidelidad creativa con la persona siempre en el centro

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¿Innovación? Sí, pero desde nuestra fidelidad creativa con la persona siempre en el centro

A veces estamos tan obsesionados por cambiar e innovar que podemos olvidarnos de quiénes somos y de lo que somos; y nos olvidamos, sin mala voluntad, de tener en cuenta y cuidar a las personas. Y sólo vemos resistencias, problemas y quejas cuando lo que hay son miedos, inseguridades o sorpresa. Podemos obsesionarnos con decir y hacer cosas nuevas y “muy actuales” porque hay que ser moderno, innovador, actual y cool. Evidentemente, siempre hay que ver cómo seguir avanzando y transformarse para mejorar pero sin perder de vista quiénes somos y cuál es nuestra misión; sin perder de vista que en esta misión están nuestros docentes que antes que nada son personas.

Por eso creo que, cada día, deberíamos llegar al colegio preguntándonos unos a otros cómo estamos. Y, en muchas ocasiones, habría que pararse a escuchar de verdad, cómo estamos.

Esto es complicado porque lo que nos pide la sociedad actual es que estemos siempre jóvenes, actualizados, atractivos… que cambiemos… que estemos en movimiento, innovando… que demos respuestas actuales y, sobre todo de futuro, a lo que está por venir.

Tanto educadores como estudiantes vivimos en un mundo de imagen y juego. Ambos nos encontramos en una cultura visual, divertida, inmediata, de pensamiento superficial… líquida. Por eso, es de justicia (en sentido teológico) que seamos capaces de dar a nuestro alumnado herramientas personales, habilidades y les hagamos competentes para el momento histórico que les va a tocar vivir… y que no lo conocemos. El alumnado que ha entrado este curso, en la mayoría de nuestros centros con 2 ó 3 años, saldrán al mercado laboral aproximadamente cuando tengan unos 25 años. Eso significa que será en el año 2040 (más o menos) ¿Sabemos cómo va a ser el mundo en ese momento?

Hay que cambiar, pero ¿cómo, en qué? Y, a la vez, en qué debemos permanecer firmes. Porque, ¿qué es lo que más nos caracteriza? ¿Cuál es nuestra señal de identidad? Para nosotros la espiritualidad ignaciana que nos da una manera de mirar y relacionarnos con el mundo, con uno mismo, con los otros y con Dios… desde el agradecimiento y el servicio.

Los cambios nos pueden llevar a que perdamos el norte e identidad de quiénes somos porque nos alejemos de nuestra espiritualidad. O que descuidemos a las personas que deben ser la raíz de todos nuestros desvelos. Cambiemos pero desde quienes somos.

Juan José Rueda Esteban

Director del Área Educativa

Fundación Loyola. Andalucía y Canarias