Relación profesor – discípulo en la Pedagogía Ignaciana

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Relación profesor – discípulo en la Pedagogía Ignaciana

La función primordial del profesor es facilitar una relación progresiva del alumno con la verdad, especialmente en las materias concretas que está estudiando. El creará las condiciones, pondrá los fundamentos, proporcionará las oportunidades para que el alumno pueda llevar a cabo una continua interrelación de EXPERIENCIA, REFLEXIÓN y ACCIÓN.

Comenzando por la EXPERIENCIA: el profesor crea las condiciones para que los estudiantes reúnan y recuerden los contenidos de su propia experiencia y seleccionen lo que ellos consideren relevante.[…]Después, el profesor guía al estudiante en la asimilación de la nueva información y experiencia de tal forma que su conocimiento progrese en amplitud y verdad. El profesor pone las bases para que el alumno «aprenda cómo aprender», implicándole en las técnicas de la REFLEXIÓN. Hay que poner en juego la memoria, el entendimiento, la imaginación y los sentimientos para captar el significado y valor esencial de lo que se está estudiando. […] La reflexión debe ser un proceso formativo y libre que modele la conciencia de los estudiantes, de tal manera que se sientan impulsados a pasar del conocimiento a la ACCIÓN. Consiguientemente el papel del profesor es asegurar que haya oportunidades de desarrollar la imaginación, y ejercitar la voluntad de los  alumnos para elegir la mejor línea de actuación que se derive de lo aprendido y sea su seguimiento. Lo que ellos van a realizar en consecuencia bajo la dirección del profesor, si bien no logrará  transformar el mundo entero de forma inmediata en una comunidad de justicia, paz y amor, podrá al menos constituir un paso educativo en esa dirección y hacia ese objetivo, aunque no sea más que proporcionar nuevas experiencias, ulteriores reflexiones, y acciones coherentes con la materia considerada.

La continua interrelación de EXPERIENCIA, REFLEXIÓN y ACCIÓN en la dinámica de la enseñanza-aprendizaje de la clase, se sitúa en el corazón mismo de la pedagogía ignaciana. Es nuestro modo  propio de proceder en los colegios de la Compañía, acompañar a los alumnos en el camino de llegar a ser personas maduras.

Pedagogía Ignaciana: un planteamiento práctico (1993)