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El segundo día comenzó, como siempre, con una oración comunitaria. En ella se pidió luz para que todas la reflexiones y actividades estuvieran destinadas a escuchar mejor a Dios.

Las ponencias de la mañana estuvieron a cargo de Oriol Quintana, profesor del IQS, que hizo una digresión sobre el Principio y Fundamento ignaciano: “El texto presupone que el destino del alma humana es servir, alabar y hacer reverencia a Dios. En mi opinión, Ignacio no pone la autorrealización como primer objetivo.”. Según Quintana, para Ignacio el servicio de Dios es incompatible con la centralidad y la sacralidad del hombre: “el servicio de Dios es compatible con la enfermedad, con la pobreza, con el deshonor, con la muerte prematura… cosas que nosotros consideramos incompatible con la dignidad humana”. Y se pregunta si enseñamos a nuestros alumnos que la autorrealización, el éxito y el desarrollo personal no lo son todo: “el servicio de Dios es el servicio de los hombres”.

La segunda ponencia tuvo como centro el discernimiento: “se hace urgente un cambio de valores individuales y colectivos. Los cambios culturales suelen seguirse de los cambios tecnológicos”. Para el buen discernimiento, continúa Quintana, es necesario: “mantener viva la memoria del propósito que se tiene, hacer un buen análisis de las alternativas, tiempo, atención y diálogo”.

Los trabajos grupales se centraron, en gran medida, en la discusión sobre cómo fomentar la atención en los alumnos, para ayudarles a profundizar en el conocimiento. Desacralizar la tecnología y la técnica para poder orientarlas al bien mayor.

La tarde se dedicó a contemplar la realidad. Mediante distintas experiencias de reflexión, silencio y contemplación, los asistentes pudieron acercarse, siquiera por un momento, a algunas realidades complejas y dolorosas. Desde la planta 24 de la Torre Iberdrola de Bilbao, pudieron contemplar la realidad del mundo y las personas; en los jardines de Doña Casilda pudieron reflexionar sobre la naturaleza y el cuidado de la casa común; en Arrupe etxea, sede de la Fundación Ellacuría los participantes se asomaron a las experiencias de migración de personas que han tenido que salir de sus países a causa de la violencia o la pobreza.

Una tarde para mirar la realidad con los ojos de Dios.

El vídeo resumen de la jornada en este enlace