Aprendí que la mejor vacuna son la educación y la cultura

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Aprendí que la mejor vacuna son la educación y la cultura

– Abuelo, cuéntame otra vez lo que ocurrió aquel curso…

–  Yo estudiaba 6º de Primaria en el colegio Sagrado Corazón, Jesuitas, de Logroño, en La Rioja. Un día de marzo del año 2.020, los colegios se cerraron y la vida se paralizó. El invierno duró un año, aunque siguieron floreciendo los campos, los animales no echaron de menos a la humanidad y la contaminación de las ciudades dio paso a unos aplausos que aún resuenan en mi anciana memoria. Unos aplausos dedicados al personal de limpieza, reponedoras de supermercado, agricultores, peluqueros, panaderas, voluntarios, sanitarios y otras muchas personas anónimas que ayudaban para que la perdida primavera llegara con una vacuna que reconstruyera, en la medida de lo posible, la vida.

Mi nueva vida se rodeó del blog jesuitasriojadesdecasa, de libros digitales, de formularios, de contraseñas… Mi padre me enseñó a hacer tarta de queso y a crear un pdf; mi padre me prestó su ordenador portátil para videoconferencias; mi tutor me llamó algunas veces desde número desconocido, pero sabíamos que era él. Supe los correos de todo el profesorado; observé cómo vestían en sus casas, a veces tuve problemas con el ordenador, a veces hable en inglés con una lectora que no estaba en la calle Huesca sino en California, a veces…a veces…a veces… Ahora que ya han pasado sesenta años, recuerdo que todo el mundo hablaba de la vacuna, una vacuna que nos salvaría a todos de aquella pandemia…

La mejor vacuna la teníamos tan cerca: la educación y la cultura. Algunas áreas que llamábamos marías en el cole, como la Música, Educación Artística, Educación Física… se convirtieron en tabla de salvación, una válvula de escape para niños, jóvenes y adultos, porque la evasión del miedo se produce a través del arte y la cultura.

– ¿Y dónde encontramos tanta cultura y educación? –quiso saber la nieta.

– En la igualdad real de oportunidades y en las personas en las que nos reflejamos. En la sonrisa, en la verdad, la voluntad…el querer llenarnos de experiencias.

– ¿Así que todo fue guay, abuelo?

– Todo fue diferente en aquel 2020, inolvidable por lo inédito de las situaciones. Me quedé con las experiencias positivas, honramos a los seres queridos que se fueron en ese tiempo y, cuando se dejaron de escuchar aplausos, decidí mirar solo adelante, con la mascarilla puesta, sabiendo que solo cambiaría nuestro aspecto externo. El interior del corazón queda agrandado y las ganas de seguir sirviendo en todo y a todos quienes podamos. Pensé que, mientras llegaba esa vacuna física, deberíamos aprovechar la mejor de todas, la que abre puertas y derriba muros, la que nos iguala, la que nos diferencia, la que nos inocula solidaridad y apertura de miras, tolerancia y reflexión crítica: la educación y la cultura.

– Adiós, abuelo, me marcho al cole de Jesuitas, sigue en la calle Huesca.

Antonio de Benito

Profesor de Primaria del Colegio Sagrado Corazón – Jesuitas Logroño

Foto de CDC en Unsplash*