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18 noviembre, 2024La Asamblea Pastoral de la FP de la Provincia, celebrada en Salamanca, fue un espacio de reflexión y renovación de la misión educativa en clave ignaciana. Los temas clave que abarcamos fueron el papel de la Formación Profesional como espacio de evangelización y promoción de una «cultura vocacional», transmisión de la fe y, en la actualidad, la necesaria adaptación a los cambios legislativos y sociales. En este texto, Noelia Oliva, profesora de Cristo Rey (Valladolid) reflexiona sobre algunas de las ideas que se compartieron en este espacio.
En la asamblea también se abordó la necesidad de una pastoral que integre la fe y la justicia social, enfatizando que la FP debe ser un espacio donde se vivan valores como la acogida, la compasión y el compromiso social. Este enfoque nos lleva a reflexionar sobre la responsabilidad ética de las instituciones educativas en la formación de ciudadanos críticos y comprometidos con su entorno. La educación, desde esta perspectiva, se convierte en un acto de servicio hacia la sociedad, donde cada estudiante es visto como un agente de cambio.
Además, se subrayó la importancia de la mentoría y el acompañamiento en el proceso educativo. Este aspecto resuena con la filosofía de la educación ignaciana, que promueve un aprendizaje experiencial y reflexivo. La figura del mentor no solo actúa como guía, sino que también se convierte en un modelo a seguir, promoviendo un aprendizaje colaborativo y significativo. Este enfoque invita a repensar las relaciones dentro del ámbito educativo, promoviendo una cultura de comunidad y servicio. Los temas tratados en clave de reflexión fueron los siguientes:
Dimensión integral y humana de la FP:
La FP se considera un ámbito no solo de formación profesional, sino de desarrollo humano y espiritual, inspirado en la vida discreta de Jesús. Esto resalta la importancia de cultivar valores y habilidades sociales, promoviendo una educación en «hombres y mujeres para los demás», en coherencia con la pedagogía ignaciana.
Vocación y espiritualidad en un contexto heterogéneo:
La FP se concibe como un campo abierto a la diversidad y como espacio de comunión eclesial. Se enfatiza la necesidad de acompañar a estudiantes en su proyecto de vida, de modo que cada uno encuentre un propósito y sentido trascendente en su carrera profesional.
Este enfoque busca armonizar el «ser para los demás» en una sociedad líquida y fragmentada.
Transmisión de la fe en el mundo moderno:
Dado que la tradición de fe ya no se hereda de modo generacional, como antaño, se plantea la necesidad de una «transmisión mistagógica», es decir, que no sólo transmita valores espirituales sino que logre un encuentro personal y vivencial con Dios. En la asamblea se recalcó la necesidad de actualizar el lenguaje y adaptar las prácticas de fe para resonar con los jóvenes, sin diluir la autenticidad de la tradición cristiana.
Desafíos de la “religiosidad líquida” y respuestas jesuitas:
En la era de la «espiritualidad líquida», donde prevalece el bienestar personal sobre el compromiso comunitario, en la asamblea se enfatizó que en la pastoral se fomente la fe desde una perspectiva relacional y transformadora. Es fundamental una fe que impulse a los estudiantes a una experiencia trascendental y a un compromiso social real.
Un modelo Pastoral de FP centrado en la comunidad:
La propuesta es que la pastoral en FP no se limite a ser una actividad, sino que impregne todas las dimensiones del centro educativo, siendo el corazón de la vida escolar. Este modelo enfatiza la colaboración entre docentes, estudiantes y familias, promoviendo una formación integral y una comunidad educativa más fuerte y conectada.
En resumen, la Asamblea invita a soñar, a ser valientes y construir una pastoral de la FP que no solo forme profesionales competentes, sino personas íntegras y comprometidas, capaces de responder a los retos sociales, ambientales y espirituales del presente. La misión educativa es, entonces, una «siembra» que, con paciencia y confianza, busca dejar una huella profunda en cada individuo y en la sociedad.