«Educar para el asombro», Andrés García Inda presenta una reflexión valiosa para una buena práctica educativa

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«Educar para el asombro», Andrés García Inda presenta una reflexión valiosa para una buena práctica educativa

Reflexión y experiencia configuran el libro Educar para el asombro, de Andrés García Inda, publicado por el sello Mensajero del Grupo de Comunicación Loyola. Su autor, director durante seis años del colegio del Salvador de los jesuitas en Zaragoza, penetra en lo ordinario de la vida de los colegios y extrae las virtudes para una educación mejor a la luz de la espiritualidad ignaciana: sencillez, confianza, paciencia y profundidad. Un libro que se convierte en una reflexión valiosa para quienes desarrollan una tarea educativa y reconocen el valor de la buena teoría para lograr una buena práctica. La librería San Pablo acogía la presentación del libro con la intervención del delegado de Educación de la Compañía de Jesús, Antonio Allende SJ, y de la profesora de Filosofía del colegio del Salvador y del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón, Carmen Eguílaz Alsúa, además del autor. Los tres entablaron el diálogo en torno a las virtudes propuestas y al objetivo de la educación: la conquista de uno mismo. “En la educación integral se suma lo moral, lo espiritual y la conquista del propio ser y a lo que está uno llamado…no son solo conocimientos”.

Allende calificó el libro de valioso porque aporta algo a la educación: profundiza en temas candentes y necesarios y su lectura evoca nuevas reflexiones. En este sentido, destacó la constante del tiempo y de la paciencia tan presente en este libro, ejemplo de que el autor toca problemas tan cotidianos como la “falta de tiempo” desde lo reflexivo. “Hay mucho pensamiento, mucha cita de filósofos y mucho amor por la educación”, decía. También lo calificó como “importantísimo” desde la perspectiva jesuita. “Supone la reapropiación del carisma ignaciano en lo educativo”, explicaba el delegado de EDUCSI. “Muestra de su vigencia y de que este carisma no es patrimonio exclusivo de los jesuitas sino que se ha extendido con normalidad fuera de la Compañía”. Por ello, admitió que con el libro de Andrés García Inda nace una voz con autoridad en el campo de la educación ignaciana.

En el marco de la educación jesuita, la referencia a las palabras del Padre General también contextualizaron Educar para el asombro. Arturo Sosa pide que las instituciones educativas sean espacios de investigación pedagógica y verdaderos laboratorios de innovación didáctica. “Creo que Andrés demuestra que se puede hacer sin necesidad de pintar las clases de colores, tirar paredes…sino que la innovación viene cuando tú consideras la pregunta de qué necesitan estos alumnos y los pones en el centro”. La clave es que ofrece respuestas, fuerza y un mapa de futuro en tiempos de conflictos y miedos. “Creo que nos va ayudar mucho y espero que sigas reflexionando”. Allende incluso sugirió aspectos que toca el libro de los que todavía requieren de una reflexión más profunda: el aburrimiento –“creo que necesitamos recuperar el aburrimiento en la educación”- y la paciencia –una virtud necesaria para valorar más los procesos que los productos-.

El autor se refirió a la educación como el tiempo de los intentos y “eso desgasta mucho”. “Siempre contamos con nuestra propia natural capacidad de asombrarnos pero como todo, hay que cultivarla porque si no se atrofia. Cultivar disposiciones que nos ayuden a asombrarnos y que la educación se convierta también en ayudar a nuestros alumnos a asombrarse… Reconoce que hay muchas recetas técnicas pero falta moral en el sentido de energía. La motivación está para cuando no hay ganas. Motivar no es siempre tener ganas, son incentivos, empujes, sentido y comprender la fuerza que te surge dentro y creo que hay que alimentarlo. “La motivación en la espiritualidad ignaciana es aspirar a un sentido fuerte de la vida”.