Entrevista a: Marian Martín: “La adaptación fue dura, pero el resultado precioso”

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Entrevista a: Marian Martín: “La adaptación fue dura, pero el resultado precioso”

Marian Martín es una de las madres del colegio Jesuitas-Durango y su hijo de 2 años va a la guardería desde el curso pasado.

Tu hijo Adrián está en la gela de 2 años, empezó con nosotros con un añito. ¿Cómo os sentisteis?

Adrián empezó aquí recién cumplido el añito. A pesar de que contábamos con el apoyo de su amama para cuidarlo, tanto su padre como yo pensamos que la escolarización es súper importante para su desarrollo. Los niños necesitan estar con niños.

La adaptación fue muy dura. Adrián ha sido un niño que siempre se estaba riendo, apenas lloraba, no se había puesto malo nunca, ni un triste catarro. Entonces, no le habíamos visto llorar tan desconsoladamente. El primer día, yo me fui de aquí con una pena… y pensando que me estaba equivocando.

Pero luego os tenía a vosotras, que siempre teníais una sonrisa, un abrazo para consolarlo, un gesto hacia nosotros, palabras de ánimo… y poco a poco lo conseguimos. Fue una experiencia complicada, pero el resultado fue precioso.

Para nosotros fue una gozada ver su evolución, pero el 13 de marzo ocurrió que nos tuvimos que marchar todos a casa. ¿Cómo sentisteis ese momento?

En un primer momento nosotros intentamos ver el lado positivo de la situación. Intentamos disfrutar de cada segundo del peque, lo cogimos como un regalo poder estar tanto tiempo con él. Pero claro, las semanas fueron pasando, y la situación no volvió a la normalidad. Y a veces nos sentíamos agobiados, porque no sabíamos si realmente lo estábamos haciendo bien, o porque a veces nos quedábamos sin recursos.

Pero de nuevo aparecisteis vosotras, volvisteis a trabajar desde casa, y nos ayudasteis muchísimo. Cada día teníamos actividades diferentes, nos ofrecíais canciones, recetas o manualidades… aparte las videollamadas y los vídeos que hacíais para que los niños os siguieran viendo, aunque fuese a través de la pantalla. Y nosotros en ese sentido nos sentimos muy arropados en ese aspecto.

El confinamiento luego tuvo sus consecuencias… 

Sobre todo, lo que yo noté en Adrián fue que cuando empezamos a salir a la calle, se le acercaban otros niños y entraba en pánico. No tanto con los adultos, que también, pero sobre todo con los niños, era como miedo. Habían sido muchos meses sólo con papá y con mamá.

Después de todo eso, con muchas dudas empezamos un nuevo curso. ¿Qué tal?

Nosotros en casa teníamos bastante claro que cuando comenzasen las clases, Adrián, si podía, iba a volver, porque lo necesitaba.

La primera toma de contacto que tuvimos con vosotras fue en la reunión de tutores, y la verdad he de decir que salí con miedo y preocupación. Porque en los medios se oía siempre hablar de grupos reducidos, grupos burbuja… Y de repente nuestra realidad iba a ser que tres grupos, de hasta 18 niños cada una, iban a estar juntas. Era como… no entendemos nada.

Pero lo hablamos en casa, y siempre pensando en lo mejor para Adrián y teniendo como base la buena experiencia que tuvimos el año anterior, decidimos intentarlo. Y poco a poco esos miedos se han ido disipando. Primero, porque desde mi punto de vista el colegio ha tomado medidas para prevenir contagios, desde la distribución de las zonas comunes, a la reubicación del aula del comedor y también, porque en general, tanto los profesionales como padres lo estamos haciendo muy bien. Y estamos consiguiendo que parezca un año normal, por lo menos intentándolo.

Yo he de admitir que ha sido la mejor decisión que hemos tomado. Porque como he dicho anteriormente, pasar de verlo llorar cuando se le acercan otros niños, a verle disfrutar con los compañeros, a verle jugar, darle abrazos a los compañeros… Para mi es una satisfacción enorme. Así que yo de nuevo, agradecer.