Todavía recuerdo cuando en el confinamiento supimos mirar a nuestro alrededor y descubrir esas personas que lo pasaban mal y no podían valerse por sus medios; cuando nos ofrecíamos una y mil veces a ayudar al vecino y vecina en sus compras y demás. También cuando nos poníamos en el lugar de todo el personal sanitario y hacíamos nuestros sus cansancios, agotamientos, sufrimientos y desvelos. También cuando caímos en la cuenta de que los alimentos y los productos de primera necesidad nos los ofrecían personas que seguían al pie del cañón en sus trabajos (supermercados, tiendas, camiones de reparto, farmacias, huertos, campos, cosechadoras, etc.). Incluso hubo gente que cayó en la cuenta de que muchos profesores y profesoras estaban desviviéndose por seguir atendiendo a su alumnado, en sus casas, haciendo encaje de bolillos para captar su atención, enseñarles, animarlos, sostenerles… y eso en medio de sus ambientes familiares y con sus situaciones familiares. También recuerdo cuando a veces, pocas la verdad, reconocíamos que los responsables médico-políticos hacían todo lo posible por ponerse al día y ofrecernos respuestas ante esta situación novedosa y que había cogido por sorpresa a todo el mundo (aunque esto duró poco…pues en pocos días empezaron a volar las hachas y las acusaciones… empezaron las viejas costumbres y dinámicas de la política que a tantas personas echa para atrás). También podemos recordar cuantísima gente usó los medios digitales, las nuevas tecnologías, para ofrecer sus dones y capacidades y hacer más llevadero y mejor el tiempo de confinamiento.
Vimos, vivimos, disfrutamos de ciertos rayos de esperanza… ciertos espejismos de humanización y solidaridad… Pues al final, casi todo se ha desvanecido y volvemos a la distancia física, emocional, social, afectiva, empática… Aunque no todos, no todo el mundo ha vuelto, pues nunca fueron así. Y la gente que siempre ha sido empática y siempre ha mirado a las otras personas, buscando lo bueno y en lo que puede ayudar, ahí sigue.
No todos los políticos son malos; no todos los sanitarios van a la huelga por dinero; no todos los maestros-profesores prefieren no dar clase y estar a gusto en casa; no todos los empresarios han aprovechado la coyuntura para despedir a sus trabajadores; no todos los vecinos han vuelto a la enclaustración de sus casas olvidándose de sus vecinos necesitados; no…. Y así podríamos seguir, pues hay mucha gente que sí ha aprendido y sigue haciéndolo; hay mucha gente que quiere un mundo mejor, desde lo más cercano hasta los más lejano; hay gente que le sigue doliendo el vecino que sufre; el nuevo parado; la empresa que cierra; el enfermo de Covid o cualquier otra dolencia que está en el Hospital o en su casa porque no hay sitio para él allí; le duele también el sirio que huye de la guerra, la gente que se lanza al mar huyendo de guerras-hambrunas-explotaciones…; le duele la gente que muere en una catástrofe humanitaria; le duele la gente que lleva años mal viviendo en los campamentos de refugiados; le duele el rechazo a los menores no acompañados que hay en nuestro país y en Europa; le duele la falta de diálogo de nuestros políticos, incluso la nuestra… pues cuántas veces somos incapaces de dialogar y ceder en nuestras conversaciones y discusiones de “cafetín”…
Y hay mucha, pero mucha gente que sigue colaborando de miles de maneras o incluso gente que con todo esto se ha animado a colaborar, ayudar, volcarse en los demás. Tan solo hay que mirar alrededor y descubrirlos, ¿lo hemos hecho? ¿hemos mirado y buscado la gente que se ofrece y ayuda? ¿o nos hemos quedado en la oscuridad y pesimismo?
Aprovechemos esta “crisis” para romper con el pasado y presente de negatividad, miedo, individualismo y egoísmo. Avancemos hacia una sociedad, un mundo, unas relaciones basadas en la empatía y la compasión (padezcamos con… hagamos nuestro el dolor y sufrimiento del otro…). Construyamos un mundo, una sociedad, unas relaciones más justas, fraternas y humanizadas-humanizadoras. Porque todos, todos y todas, todas, llevamos dentro muchas cosas buenas y sobre todos llevamos la capacidad de amar, ver al otro, sufrir con él, buscar los porqués de los dolores y podemos comprometernos en hacer algo (lo que sea, por pequeño que sea) por, para y con los demás.
Ismael Valdivia, Coordinador Dimensión Social. Col. San José Villafranca