Lo que la COVID19 nos ha podido enseñar: memoria y mirada (I)

El nuevo director general del Sagrado Corazón de Logroño, toma posesión de su cargo
4 septiembre, 2020
Lo que la COVID19 nos ha podido enseñar: memoria y mirada (II)
6 septiembre, 2020

Lo que la COVID19 nos ha podido enseñar: memoria y mirada (I)

El curso 19-20 pasará a la historia de nuestros colegios y de nuestras vidas, sin duda alguna, por la inaudita situación vivida tras declararse el estado de alarma por la pandemia de la Covid-19. Una realidad que, ni siquiera unas semanas antes de que la situación nos obligara a confinarnos en casa, ninguno de nosotros éramos capaces de imaginar, no sólo por las dramáticas consecuencias que esta pandemia ha tenido y sigue teniendo en muchísimas familias, sino por la transformación que, en nuestro caso, ha supuesto en nuestro modo de hacer y de entender la práctica educativa.

Es cierto que los momentos de crisis son oportunidades para crecer. Es más, nuestra identidad ignaciana nos invita continuamente a “poner en crisis” nuestro modo de estar y de actuar en el mundo, como medio para orientarnos hacia ese Magis que tanto nos debería identificar. Y es que, desde la crisis que rompe nuestras seguridades y ataduras, cuando la fragilidad y la vulnerabilidad asoman, es desde donde las personas somos capaces de descubrir nuestras fortalezas y nuestro sustento.

A nivel personal, a pesar de los golpes que en unos y otros haya podido provocar, esta situación nos ha podido también ayudar a descubrir el valor de lo cotidiano, a echar en falta las rutinas de las que tanto nos quejábamos, a reconocer la importancia de la cercanía de los otros que nos ayudan a vivir a cada uno, a superar nuestros sueños de gigantes sintiéndonos frágiles y pequeños… Efectivamente, pensábamos que, en pleno S.XXI, nada podría hacer que este mundo del todopoderoso hombre se detuviera. Sin embargo, sí. Se detuvo. Y obligó a transformar nuestra cotidianidad.

Y entre todas las cosas que detuvo y que transformó, se encontraba la escuela. Y lejos de como nos gusta hacer en la escuela las cosas, poco a poco, sin que los cambios chirríen demasiado, esta transformación fue de un día para otro, sistémica y en todos los ámbitos, dimensiones y niveles de los colegios. Y nadie, absolutamente nadie, se quejó.

Si en nuestros colegios ya teníamos pocos frentes abiertos, pocos retos a corto y medio plazo, se nos pone por delante, de repente y sin avisar, otro nuevo. Y en este “de repente”, nos llega el primer tirón de orejas… ¿Hubiéramos respondido con la misma contundencia si nos hubieran avisado con tiempo de que aquello iba a suceder? En este caso no había tiempo para sacar pegas, para dar rienda suelta a los “y si…?” que tanto nos paralizan, a los miedos que anticipan riesgos a veces inexistentes y que nos anclan en falsas seguridades… El 14 de marzo no era momento de pensar en cuánto íbamos a perder, sino en qué y cómo podíamos recuperar lo que, de repente, esta situación se había llevado por delante. Se trataba de ver qué y cómo podíamos construir algo absolutamente nuevo.

Y como San Ignacio animaba continuamente a sus amigos, era necesario, antes de meterse en este nuevo sarao, definir con claridad “a dónde vamos y a qué”. Nuevamente hemos constatado que, en la medida en que fuimos más o menos capaces de analizar y transmitir los objetivos y prioridades que esta nueva situación requería, las respuestas de profesores, alumnos y familias fueron mejores. Y es que, si algo hemos podido también constatar en este tiempo, es que, en situaciones tan alejadas de lo normal como esta, las expectativas, demandas y necesidades de unos y de otros pueden ser diametralmente opuestas. Y, por tanto, definir claramente los objetivos y las prioridades en este nuevo escenario, conociendo lo que por esa apuesta se pierde, ayudará a que profesores, alumnos y familias puedan, en mayor medida, dirigir su mirada en la misma dirección.

Pablo Miñano
Jefe de Estudios de Infantil y Primaria
Colegio La Inmaculada – Jesuitas Alicante