Orar en familia (III): Formación en las costumbres y moral cristiana

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31 octubre, 2020
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Orar en familia (III): Formación en las costumbres y moral cristiana

Es algo más difuso, no concretado en un lugar o momento. Son las ocasiones que nos dan la vida familiar para dar criterios a los hijos. Educarlos y advertirles, no desde enseñanzas, palabras, “royos” (que tal vez no estamos preparados, o demasiados instruidos por nuestra formación intelectual o profesional) sino de lo que sale de la experiencia de la madurez, del cariño, al desear lo mejor para nuestros hijos. Aquí habrá que contar con el propio ejemplo para que se asimile la autenticidad, y no sea un ejercicio hipócrita o escándalo, porque se practica lo contrario de lo que se dice. La transparencia de los niños lo capta al momento.

La gama de temas es variadísima, porque la vida está llena de acontecimientos a los que hay que dar luz. “Sois la sal de la tierra y la luz del mundo” (Mt 5-5) y ese es nuestro mapa para ir por la vida, tan distinto al que nos rodea a diario nuestra cultura, hedonista, exclusivista y consumista, tan ausente de Dios. Se nos presentan las actitudes más propias para ser felices, que es lo que buscamos en todo lo que hacemos. Pero la dificultad está en entender que no se trata de almacenar, sino de compartir; de consumir cada día más, sino de gozar con tener “el pan de cada día”; de huir de todo lo que cuesta, en lugar de llevar las cargas de los demás; de ser valiente y honrado en decir la verdad sin trampas, en lugar de salir triunfante engañando siempre; buscar la apariencia, la buena imagen, aunque sea falsa; en perdonar sinceramente, sin buscar venganzas, incluso soportando injusticias por no pasar por ellas; o pasar de “tonto”, en lugar de “listillo”.

“En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida. El uso correcto delas cosas, la limpieza, el buen gusto. Se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir “gracias”, o dominar la agresividad, o la voracidad, a pedir perdón cuando reconocemos el mal que hicimos” (Papa Francisco)

Para eso, el matrimonio ha de ir a una, dialogar y orar para acertar. La oración puede ser poco práctica si no se refleja en la vida. Hoy tenemos un reto ineludible: es urgente reducir el consumo desbocado de nuestra sociedad, porque a este ritmo nos cargamos el planeta, y dejamos a media humanidad sin nada. Hay que educar en la austeridad, el ahorro, el reciclaje, el ser feliz sin necesidad de gastar cada día más, exigir más bienestar, reclamar derechos que no se pueden satisfacer. El recuerdo de los tiene menos ha de ser constante. Presentar una hucha familiar en la que todos aporten algo a la semana, a ser posible el mismo día y hora, acompañándola de una oración por ellos. Es algo muy concreto, que lleva a los hijos a caer en la cuenta de que los pobres existen.

Los detalles pequeños, cotidianos, saldrán si se lleva dentro la ilusión por educar en cristiano. Además, dar gracias por lo mucho que se tiene y disfruta. En una palabra. Hay que trasmitir que vale la pena ser bueno y honrado.

Jaime de Peñaranda SJ,
coordinador de la Pastoral en Primaria
Colegio San José de Villafranca de los Barros (Badajoz)