Proyecto educativo de San José de Durango en tiempo de coronavirus

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Proyecto educativo de San José de Durango en tiempo de coronavirus

En marzo nos tocó afrontar una situación excepcional con la lógica propia de una emergencia, no solo en el campo educativo, sino en todos los ámbitos de nuestra vida: tuvimos que cambiar radicalmente nuestro día a día. Nos tocó adaptarnos a la nueva situación a todos: alumnado, educadores y familias. Podríamos decir que las escuelas (al igual que la propia sociedad) nos encontramos ante el espejo de lo que hemos sido capaces de evolucionar como equipo y como comunidad (“El aprendizaje en tiempos de pandemia”).

En nuestro colegio siempre subrayamos que formamos una comunidad educativa: Las familias son un apoyo importante en el bienestar y desarrollo de nuestro alumnado, por lo que el trabajo conjunto entre familias y colegio tiene una importancia vital en la situación de emergencia actual.

Como miembros de la comunidad educativa, alumnado, educadores y familias necesitamos aprovechar todas las experiencias educativas y educadoras que estamos viviendo: no nos referimos a los aprendizajes académicos, sino a toda la experiencia que estamos acumulado en el ámbito relacional, familiar…

En estos momentos nos queremos sumar a afirmaciones en las que se destaca la importancia de la labor educativa: “Tenemos claro que, si los cuerpos del personal de salud están en la primera línea de atención social y vital, en su pleno momento de actuación, debemos prepararnos como docentes en medio de esta emergencia, para continuar reconstituyendo y preservando lo que somos socialmente: educadores, quienes recuperan heridas de otro tipo, educando ahora y también luego, desde el compromiso crítico de participar activamente en la solución. Y así como lo dijera Federico García Lorca: “Esperando el nudo se deshace y la fruta madura”. Tenemos claro que la educación es hoy, más que nunca, esperanza de futuro.” (“Resistir-y-actuar-desde-la-pedagogia-en-la-emergencia”).

A la luz de lo anterior, es el momento de volver a lo básico en educación, nuestra labor por excelencia: acompañar y educar.

Aunque es evidente que la forma de trabajar de los educadores ha cambiado, obligados por la situación de emergencia educativa, nuestras prioridades y obligaciones siguen siendo las mismas: acompañar a todo el alumnado. Esta prioridad nos lleva a una preocupación obvia: en primer lugar, su salud física y emocional, necesarias para cualquier otra labor educativa en cuanto a los contenidos y procedimientos que trabajamos a través de áreas o asignaturas.

En esta primera semana tras la pausa de Semana Santa, hemos mantenido las reuniones habituales y necesarias entre todos los educadores y en todas las etapas para poner en marcha este final de curso. Diariamente, a partir de las 08:00 y durante todo el día, hemos tenido diferentes reuniones virtuales para poner en marcha nuestro proyecto: el Equipo Directivo, el Equipo de Proyecto Educativo formado por los coordinadores de todos los niveles, los equipos de ciclo formado por los profesores de Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato, el equipo de Ciudadanía, Innovación y Pastoral…

Durante esta primera semana, hemos priorizado los espacios de reflexión y diálogo sistemáticos entre todos los responsables y educadores. Hemos querido trabajar de manera cohesionada en los equipos de educadores las dinámicas y los aprendizajes que estamos construyendo en todas las etapas.

El Coronavirus nos ha puesto varias trabas y retos en el camino, es cierto. Desde el mismo momento en que el Gobierno Vasco tomó la decisión de suspender las clases, nos ha tocado repensar y reorganizar el proceso de aprendizaje. No solo hemos ajustado los modos de evaluar y los procesos de calificación que tanto nos preocupan, sino todos los procesos aprendizaje a través de los cuales se asienta la adquisición de las competencias que corresponde a cada etapa educativa.

A los alumnos y alumnas que están viviendo con extraordinaria valentía esta situación de confinamiento no les podemos pedir que actúen como si estuvieran en nuestras aulas, que adquieran las competencias al mismo ritmo y con el mismo nivel de exigencia. Sabemos que no es posible hacer on line el mismo tipo de aprendizaje presencial. Realmente, en este momento podríamos afirmar con mayor rotundidad que todo es diferente.

Durante esta crisis se hace más evidente que existen diferentes contextos familiares en nuestro entorno cercano. Todos conocemos realidades duras; incluso hemos llegado a tener experiencias dolorosas en nuestras propias familias. Ante estas experiencias, sabemos que el apoyo individual de los tutores a todos sus alumnos cobra especial fuerza. El acompañamiento adquiere una relevancia necesaria, por lo que debemos mimarlo con especial cuidado.

“La infancia está demostrando una capacidad de resistencia mayúscula”, afirman en el estudio recogido en la página web “infanciaconfinada.com”. En el mundo educativo es muy importante pararse para pensar en cómo gestionar los hechos educativos, más ahora cuando no hay presencia física debido al cierre de los centros. Tenemos que cuidar especialmente las situaciones cambiantes a las que nos estamos enfrentado en los hogares. También eso requiere un trabajo conjunto entre familias y educadores.

Queremos terminar esta reflexión recordando las palabras del Padre Provincial en su última carta enviada a toda la Comunidad Educativa el 14 de abril:

“Desde las personas que somos y las que conocemos, podríamos dar más pasos. Debemos unir nuestras fuerzas como instituciones pastorales, educativas, sociales, como alumnos o alumnas, como familias y como Iglesia, para proponer un nuevo modelo que ayude a vivir desde la solidaridad con los más necesitados precisamente a los que pueden decidir en los diversos niveles políticos. Las heridas actuales (sociales, ideológicas, territoriales) se pueden convertir en cicatrices si, como dice Ignacio de Loyola, somos capaces de “salvar la proposición del prójimo” antes de condenarla. (Ej. 22)”.

Es el momento de seguir pensando y replanteándonos conjuntamente qué es lo verdaderamente relevante, incluso urgente, en el contexto actual, cuáles son las prioridades del alumnado de cada etapa, de las familias y de los propios docentes. Nos exige una reflexión profunda y sensata, además de un posicionamiento claro ante determinados temas que ahora mismo nos preocupan a todos.