Un ejemplo de PRE-LECCIÓN IGNACIANA: las charlas activas (1 de 3)

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Un ejemplo de PRE-LECCIÓN IGNACIANA: las charlas activas (1 de 3)

Entre los métodos empleados en la educación jesuítica, la pre-lección ha sido tradicionalmente valorada como de gran importancia para el aprendizaje personalizado y se le ha utilizado, por tanto, ampliamente. Se le consideraba como uno de los puntos claves del “método jesuítico” en la educación. En este método tradicional el profesor sigue el mismo procedimiento del director de los Ejercicios Espirituales, es decir, exponer brevemente la materia que se va a estudiar, pero teniendo cuidado de no sustituir el trabajo personal del alumno por su propia actuación como profesor.
Es un modelo de introducción que prepara al alumno, dándole previamente los instrumentos para que él sea eficazmente activo en su aprendizaje.
La Pre-lección es una presentación previa de un trabajo futuro, dirigida por el profesor con la cooperación activa de la clase. No es una exposición de clase, sino un preludio y preparación para el estudio personal del tema por parte del alumno.
Esta es la primera de tres entradas en las que voy a compartir contigo algo que me está funcionando con mis alumnos.
Comienzo confesando que, hasta hace poco, lo que yo hacía cuando tenía que explicar algo en clase era lo siguiente: encendía el proyector, abría PowerPoint, pedía silencio… ¡y a soltar el rollo!
Pero ya se encargaron mis alumnos del curso pasado de decirme que no, que esto no funciona… ahora hago “charlas activas”. ¿Qué quieres saber que significa esto de activas? Sigue leyendo…
Mi experiencia de explicar a la manera “tradicional” era siempre la misma: sentía que mis alumnos (más o menos) me escuchaban, pero no me seguían y no aprendían demasiado. Cuando terminaba de explicar lo que tocaba unos cuantos ya habían “desconectado” hace minutos, y a los que les preguntaba algo sobre lo explicado… sin comentarios.
Entonces fue cuando encontré la solución a este desasosiego mientras leía, este verano, el libro La evaluación del aprendizaje cooperativo de Johnson & Johnson. En este libro se habla de las charlas activas como “un método de aprendizaje cooperativo informal”.
Los autores afirman que “para que una charla (o explicación magistral en clase, añado yo) sea un éxito, los alumnos deben mostrar una actitud activa, no pasiva. Se considera que el inconveniente principal de las charlas radica en que la información se mueve de las notas del educador a las notas del educando sin pasar por la mente de ninguno de los dos”… y, a mí, este párrafo me despertó del sueño en que yo vivía: ¡es verdad!, los alumnos escuchan lo que les explico, pero no aprenden (casi) nada durante esas explicaciones.
“En el transcurso de una charla en enseñanza directa”, siguen diciendo los autores del libro, “el desafío pedagógico es asegurar que los alumnos, y no solo el personal docente, realicen el trabajo intelectual de conceptualizar y organizar los contenidos, explicarlos, resumirlos e integrarlos en las redes conceptuales ya existentes.”
Por tanto, el objetivo, para mí, era planificar una charla que mantuviese la participación activa de mis alumnos y les ayudase a aprender más y mejor.
¿Y cómo se hace esto? Johnson & Johnson proponen organizarla según estos PASOS: (no están tomados al pie de la letra del libro; he hecho alguna pequeña modificación: fusión, supresión de pasos…)
  1. Comenzar con un debate introductorio (5 minutos): dividir a los alumnos por parejas para fomentar en los alumnos 2 cosas:
    • Que se den cuenta de lo que ya saben del tema que vamos a tratar
    • Establecer expectativas sobre los nuevos contenidos que se van a abordar en la charla
  2. Dar la primera parte de la charla (15-20 minutos): es en este momento cuando el profesor da su clase magistral y explica todo lo que cree conveniente.
  3. Primer debate por parejas (5 minutos): se asigna a los alumnos la tarea de debatir sobre lo que el profesor acaba de exponer. El propósito es asegurar que los estudiantes estén pensando activamente en el contenido de la charla. El procedimiento para debatir es este:
    1. Formular: cada alumno responde a la tarea individualmente
    2. Explicar mi respuesta al compañero
    3. Escuchar la respuesta de mi compañero
    4. Crear, entre los dos, una respuesta más elaborada a la individual
  4. Resumir el debate: elegir, al azar, dos o tres alumnos para que hagan sendos resúmenes en 30 segundos de sus respectivos debates por parejas.
  5. Segunda parte de la charla (si la hubiera)
  6. Segundo debate por parejas
  7. Y así, sucesivamente, repitiendo estas secuencias las veces necesarias…
  8. Al fina
    1. RESUMIR lo que los dos habéis aprendido hoy
    2. RELACIONAR los nuevos contenidos con lo que ya sabías
    3. DUDAS: anotar las dudas que todavía me quedan (para poder trabajarlas posteriormente)
  9. l, Debate conclusivo (5 minutos): pedir a los alumnos que resuman lo que han aprendido con la charla. Se podría seguir este sencillo esquema:
Y sí, esto funciona, no lo digo (solamente) yo, sino que lo afirman mis alumnos. Aquí os dejo una pequeña prueba de ello. Es la respuesta de mis alumnos de Biología de 2º de Bachillerato a una sencilla pregunta.

Venga, anímate a probarlo en tu aula, ¡verás qué cambio!
En una próxima entrada os explicaré con detalle cómo estoy haciendo esto en mi asignatura de Biología de 2º de Bachillerato. Pero eso ya es otra historia (para dentro de poco, eso sí…).

Pablo Cuesta de Diego

Colegio San Ignacio

Oviedo