Jesús nace en un colegio

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En estos días de Adviento, la vida de los colegios toma un ritmo frenético. En estas líneas, de la mano de Raquel Zarza, profesora del Centro Sagrado Corazón – Jesuitas Logroño, recordamos que Jesús nace en nuestros colegios.

Todo aquel que haya experimentado un mes de diciembre en un colegio sabe que hay una palabra que lo define a la perfección: intensidad. Pruebas finales, juntas de evaluación, notas, reuniones, ensayos de villancicos, obras de teatro, campañas solidarias, trámites varios y un sinfín de actividades que dan lugar a profesores con prisas de un lado a otro, a alumnos nerviosos y a un mes que, aunque vuela, parece no terminar nunca.

José y María, seguramente también tenían prisa y fueron de un lado a otro para encontrar alojamiento la noche en que Jesús nació. Seguro que los pastores estaban nerviosos después de recibir la visita del Ángel y seguro que los tres Sabios de Oriente también sintieron que el camino era largo y arduo. Pero todos ellos tenían claro cuál era el sentido de su peregrinación: adorar la grandeza de un Dios que decide venir entre los hombres siendo el ser humano más sencillo y vulnerable: un bebé.

¿Y nosotros? ¿Tenemos claro cuál es el sentido del mes de diciembre en nuestros colegios?

Hace algo más de 2000 años el susurro del viento, el aroma y el beso que hablan del Amor de Dios llegaron hasta un pequeño pesebre de Belén. Allí José, María, pastores y Reyes experimentaron en primera persona el Amor de un Dios que se da a los demás sin esperar nada a cambio.

Muchas veces, y no solo en diciembre, las prisas no nos permiten ver la suerte que tenemos de poder vivir, también en primera persona, este Amor (con “A grande”, como dirían nuestros alumnos más pequeños) día tras día en nuestros colegios. Este, no es un amor de grandes obras ni declaraciones. Es un Amor sencillo, como un bebé, que se manifiesta en los pequeños detalles diarios: una sonrisa de un compañero que escucha; el esfuerzo de ese alumno que se empeña en salir adelante; la generosidad de la familia que más lo necesita con las campañas solidarias; la preocupación del equipo directivo; el mensaje agradecido de una familia; la bondad de los actos de los más pequeños… y una infinidad de detalles que solo veremos si nuestro corazón está vigilante.

Todas y cada una de las personas que forman parte de nuestro colegio, nos ofrecen la oportunidad diaria de descubrir la sencillez del amor de ese niño envuelto en pañales en un pesebre. Ojalá seamos capaces de ver cómo Jesús nace cada día en un colegio, en tu colegio. Y nace para enseñarnos cómo es eso de Vivir por Amor… de Dios para los demás.